Publicista: ¿qué me estás queriendo decir?


Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Ese pareciera ser el pensamiento de muchos de nosotros cuando vemos la publicidad. Después de una tanda de comerciales uno tiene la sensación de haber asistido, sin querer, a la última exposición de arte subrealista. Mensajes llenos de estética, de efectos, de modelos y de jingles pegajosos pero sin claridad en el mensaje… al final no se sabe si lo que le queria decir la publicidad era una cosa o precisamente todo lo contrario.

El mensaje ha pasado a segundo plano. Campañas sin objetivo, sin estrategia, sin concepto y sin efectos. Me pregunto a veces, qué será lo que piensan los publicistas y sus clientes para desperdiciar tanto dinero en avisos, cuñas o vallas con el último modelo de la temporada pero sin el último concepto de la marca. Tanto el fondo como la forma hacen un todo en el mensaje que se quiere comunicar, pero el uno sin el otro dejan coja a la comunicación.

Muchas empresas parte del supuesto de que repetir lo mismo que esta haciendo su competencia es lo indicado, cuando en realidad hacer lo contrario sería lo indicado para generar recordación y conseguir clientes. Los clientes nos fijamos en lo que podemos reconocer, y más de lo mismo es difícil de reconocer pues se vé igual que el resto. Uno puede diferenciar fácilmente una manzana verde en una caja de manzanas rojas pero no tan fácil una manzana roja en una caja de manzanas del mismo color.

La mente trabaja a partir de la asociación que logra hacer entre conceptos, si estos conceptos no son claramente definidos su trabajo se dificulta. El consumidor necesita de mensajes claros, que le expliquen el motivo para elegir un producto o servicio y además lo agradece con su preferencia.

Por eso la próxima vez que vea una publicidad, no se pregunte si le gusta o no. Pregúntese si le esta comunicando una idea o no. Al fin y al cabo la función de la publicidad está más del lado de lo efectivo que de lo bello, aunque si se pueden combinar las dos cosas, mucho mejor para todos.